Aún en la sala
de espera de un hospital, se entera uno de muchas historias…
La tarde de hoy
ha sido más cálida que los días y noches de las últimas semanas. El sol se
regodea con sus implacables rayos sobre el espacio arbolado del parque cercano
al hospital, pero ya por la tarde, al caer el sol, la temperatura aún desciende
abruptamente. Ayer estuve
platicando con Verónica, una amiga de mi prima Lupita, que han venido a visitar
a mis primos al enterarse del accidente que les ha ocurrido. Así, mientras
ellos eran llevados a quirófano, aprovechamos para salir a comer algo en uno de
los pequeños restaurantes cercanos al hospital.
Vero es tapatía,
hermosa, dedicada al teatro, y divorciada desde hace alrededor de diez años.
Tiene 46 años muy bien puestos, pero yo creo que muy pocos podríamos acertar su
edad a primera vista. Cualquiera diría que está en sus treintas, y cuenta con
una figura curvilínea, no precisamente delgada, sino exuberante, aunque
discreta en su vestir…O será que la he conocido en el hospital.
Lupita mi prima
ya le había puesto en antecedentes sobre mi persona, así que no tardamos mucho
en entablar una deliciosa conversación que nos hiciera más llevaderas las horas
siguientes mientras la operación continuaba.
Caminamos un
poco…
Como muchas mujeres,
Verónica me comentó que era bastante irritante para ella, el hecho de ser una
mujer más ardiente que el común de sus amigas, aún en una ciudad relativamente
grande con una sociedad impersonal y abierta, pero con una gran presencia de
hombres machistas, misóginos, y hasta inseguros, según ella me comentó. Y me
puso su más reciente ejemplo: Conoció a un empresario de la industria del
mueble, de posición económica muy desahogada, divorciado también, desde hace 5
años, según él había comentado, y empezaron a salir. Al principio, las
tradicionales salidas a los pocos lugares aún abiertos después de las funciones
de teatro de la compañía en la que ella trabaja, salidas a cenar, a bailar, a
tomar una copa, etc… Luego de algunas semanas juntos, deciden hacer un viaje de
fin de semana a Puerto Vallarta, en la semana de fin de años cuando las
funciones de teatro se suspenden.
Al principio,
todo iba muy bien, comenta Vero, pero al llegar la noche surgió el conflicto:
Ya estando en la habitación de un lujoso hotel a la orilla de la playa, después
de una romántica velada con música, mariachis, baile, y ambiente mediterráneo,
iniciaron las caricias candentes apenas llegaron a la habitación.
Enredados en sus
abrazos, fundidos de deseo, fueron desprendiéndose de sus prendas hasta quedar
desnudos en la terraza de la suite, ante el murmullo de las olas. Sin embargo,
pronto sucedería lo impensable: Verónica tomo en sus manos el pene de Gerardo,
con suma delicadeza, y según me comentó, fue pródiga en caricias primero muy
suevamente, incrementando el ritmo y la fuerza después, pero, al deslizarse
ella para regalarle una sesión de sexo oral, Gerardo se molestó y dio un salto
hacia atrás rápidamente, lo que la hizo asombrarse.
Ella no lo podía
creer!
Gerardo fue otro
inmediatamente. Le espetó que cómo era posible que una mujer de su educación,
moral, y prestigio, fuera a hacer semejante cochinada! (Así se lo dijo). Y
comenzó así un sermón de gritos, insultos, y recriminaciones a Verónica haciéndole
sentir que era una mujer cualquiera por haber iniciado ése acto que él decía,
era sólo permitido a las putas, a las depravadas, y a las mujeres no decentes.
Y lo estaba diciendo un hombre de 50 años!!!
Verónica cayó en
Shock. No lo podía creer. Por más que intentaba asimilarlo, no daba crédito a
que dos personas maduras estuviesen discutiendo ése tema, en plena noche donde
ella se le estaba entregando. Tan solo recordándolo, se había vuelto a
molestar, tanto que casi derrama el contenido de su café latte.
Ella no se defendió
y guardó silencio. Se limitó a recoger su ropa que había quedado esparcida por
toda la suite. Me indicó que había leído mi artículo donde yo hablaba de los “Analfabetas
sexuales” y para ella, éste era un típico caso. Pero jamás pensó que a ella le
tocaría experimentarlo, en ésas esferas de sociedad, y a ésta edad era
francamente ridiculo.
No tuvieron sexo
ésa noche, y ella regresó a Guadalajara a la mañana siguiente. Gerardo indicó
que regresaría ya por la tarde, en su auto. No pude evitar notar que algunas lágrimas
empezaban a rodar por su mejilla, y ofrecí un pañuelo educadamente.
Así, aún ayer,
se resistía a creer que aún existan hombres en México que se limiten a pensar
que hacer el amor con sus parejas es simple y sencillamente introducir su pene,
frotar, meter y sacar varias veces, y eyacular… En pleno siglo XXI, le era
simplemente complicado de asimilar. Así que por fín la interrumpí cuando sus
ojos brillaban aún de asombro, como si lo acabara de volver a vivir hace apenas
unos minutos. Su brillo pasaba de asombro a molestia, y me imagino que así le
habrá sucedido a millones de mujeres en éste país, precisamente por las mismas
o similares causas: Prejuicios, Pésima educación sexual, Machismo exacerbado,
Ideas en extremo tradicionalistas.
Me parece que no
podemos continuar con ésta problemática que nos está llevando a tanta desunión,
que ha generado tantos divorcios, que ha separado a parejas que en verdad se aman,
que puede ser causa de arranques violentos en algunos machos que no saben
controlar sus impulsos, o que bajo el influjo de alcohol o drogas tornan en
violenta su respuesta a sus parejas. Hemos ocasionado también que muchas
mujeres queden frustradas en sus matrimonios, otras simplemente busquen saciar
sus necesidades afectivas y sexuales en otras parejas o infidelidades, algunas
más se orillan al lesbianismo, en fin... Un sinfín de problemas que podrían
evitarse simplemente con la adecuada educación sexual. Comentaba yo mientras
sorbía mi taza de chocolate.
Los “Analfabetas
sexuales” abundan, y son de ambos sexos, porque éste fenómeno no es privativo de
la mujer. Se da en ambos casos. He recibido gran cantidad de historias de
mujeres que conocen adecuadamente la anatomía de los genitales ni masculinos,
ni femeninos, y viceversa! Muchos hombres no saben estimular adecuadamente a
sus mujeres, y lo peor, creen equivocadamente que cuando una mujer se excita es
porque es una puta! Pues, queridos colegas masculinos: Acaso no era lo que
tanto deseaban para cada noche? Quién los (nos) entiende?
Por mi parte,
admiro a cada mujer que ejerce su sexualidad responsablemente. Que disfruta sin
miramientos, que se torna en esclava del deseo cuando debe hacerlo. Que sabe,
conoce, disfruta y hasta enseña cómo debe y desea ser poseída. Que se entrega
al placer como verdadera hembra en celo sin temer a los prejuicios de su
pareja. Le comenté.
Nos falta aún
mucha educación sexual! Ella asintió, se frotó los rojos labios, guardó su
bolsa y sonrió.
Vamonos Verónica…
Es hora de volver al hospital….
Qué opinas tú de
éste tema? Me lo puedes compartir y responder?
Alex Goodman