A sus 56 años, Paty había conocido a Jorge precisamente en un viaje a Bernal, en Querétaro, a visitar la famosa Peña en un equinoccio de Primavera, un 21 de Marzo de hacía dos años. Y desde entonces, salían una vez por semana, o a veces él se quedaba el fin de semana en casa de ella.
Paty era, o es, una gran mujer. Siempre la he considerado mi amiga, desde hace muchos años. Una mujer hermosa, madura, muy culta, que pasaba la vida leyendo, en tertulias vespertinas, teatrinos, ensayos, y aspirando el arte en sus distintas modalidades…Hasta que Jorge se cruzó en su camino. Obviamente, Jorge venía de un sendero opuesto a la vida de Paty. Jorge era, simplemente, Jorge. Sin estudios profesionales, sin hablar varios idiomas como ella hacía, sin tener un oficio, simplemente Jorge apareció en su vida y se hicieron amantes.
Toda aquella inteligencia que sus allegados siempre le conocimos y reconocíamos a Paty, toda ésa aura de admiración que siempre refulgente resplandecía a su alrededor, había caído estrepitosamente cuando la vimos aparecer con él en una velada bohemia. Simplemente, él no encajaba ahí, y nos hacía sentir incomodos a muchos.
Jorge no era precisamente bien parecido, pero su cuerpo era fuerte. Su aspecto burdo y campirano no era precisamente su mejor carta de presentación, pero, su actitud era aún peor. Había conocido a Paty, y comenzó a vivir a expensas de ella. Usaba el coche de ella, el celular que le compró ella y que ella pagaba, le compraba ropa, y le daba dinero. Jorge era una especie de juguete (caro por cierto) o mascota que Paty empezaba a integrar a sus círculos sociales a como diera lugar, peor, sin éxito.
-Paty. Jorge no es un hombre para ti. Te está costando una fortuna! Le decían nuestras amigas mutuas.
-Yo soy felíz con él, Maggy. No te preocupes. Era siempre la respuesta que ella daba cuando le preguntaban por ésa relación.
Quienes me conocen saben que respeto mucho la diversidad de opiniones, y la libertad que cada persona tiene de elegir su propio camino, amistades, actitudes, etc. Y como tal, no era de mi incumbencia ésa relación, hasta que ya no pude más. Y me puse a investigar un poco…
Así, conseguí que un gran amigo, propietario de un bar y un restaurante donde a veces he tenido actuaciones musicales, me comentó que empezó a asistir el tal Jorge con asiduidad, pero que empezaba a hacerlo con un par de chicas. No sería nada raro, pero me parece que no he dicho que Jorge tiene 30 años… Así que era obvio que tuviese amistades en ése rango de edad, pero, por qué usaba a Paty como trampolín? Ésa era la pregunta que deseábamos investigar.
Una tarde, el capitán de meseros empezó a platicar con una de las amigas de Jorge; Dulce, que se veía impactante con una minifalda blanca y una blusa strapless a rayas. Y por su confianza ganada poco a poco, pudo obtener un día la información que necesitábamos. Tras la barra, adornada con vitrales coloridos, y la música a fuerte volumen, nos llamó: les tengo información importante, dijo.
-El tal Jorge es un narcomenudista, y está tratando de ganar éste territorio, y tomar ésta como su oficina, aquí en el bar. Se oculta tras ésa identidad no solo para obtener favores sexuales de la señora Paty, sino para obtener de ella dinero e identidad para acceder a gente de mayor poder adquisitivo y comerciar sus “productos”. Nos dijo Manuel, el capitán de meseros…Y quedamos estupefactos.
Toño, el dueño del bar y yo no supimos qué hacer en ése momento. Así que salimos a la calle para asegurarnos que nadie nos escuchara. Atravezamos el jardín de la corregidora y nos sentamos en una banca del jardín Zenea de frente al Banco de la esquina. Ahí, hurdimos un plan. No desenmascararíamos a Jorge sin antes contar con información oficial, y protección de la policía Estatal. Ni informaríamos a Patty, y ésa era la parte peligrosa, hasta tener todo bajo control. De otra forma era ponerla en peligro. Toño y yo, ya temblábamos de miedo, por la seguridad de Paty.
Así pasaron varios días, hasta que una noche, volvieron al bar las amigas de Jorge que, como siempre, llegaban primero, y se sentaban en la mesa que da al jardín de la corregidora, cerca del tecladista. Poco a poco, el bar se llenó, y el ambiente empezó a crecer. Jorge no llegó…
Manuel preguntó a Dulce por su amigo. Dulce mencionó que las había citado ahí, y que seguramente no tardaría en llegar, como asiduamente hacía. Hicimos venir a Paty ésa noche también, y la sentamos cerca de la mesa de Dulce y Perla, la otra amiga. Así que intercambiaban miradas sin importancia. Luego de casi una hora, llamamos a Paty a la oficina.
El golpe fue brutal para Paty. Ella mencionó que estaba enamorada de Jorge, y se sintió de principio incrédula ante nuestra investigación. Lloraba desconsoladamente haciendo escurrir el rímel a su vestido blanco de reconocida marca, y su impecable maquillaje se estropeó. No podía creer cómo su amante desde hacía dos años, no solo la estaba engañando y usando sino que además era un peligroso sujeto y narcotraficante. Simplemente no lo podía creer.
Tratamos de hacer venir al resto de nuestras amigas y amigos para que se sintiera protegida, y al principio se molestó porque decía que no era justo que no le hubiésemos informado antes. Pero, se calmó cuando llegó a la oficina el Director de Policía a traernos más noticias… Habían encontrado a Jorge muerto, asesinado, en una habitación del Hotel Impala. A pocas cuadras del bar. Paty se desvaneció. Nosotros caímos en asombro. La mitad de los clientes del bar eran policías encubiertos que estaban esperando el arribo de Jorge, y un operativo especial estaba siendo integrado en torno al bar, pero esto no fue necesario. Alguien se adelantó…
Paty no ha podido reponerse de ése tema. Aún no puede creer que un joven de 30 años haya sido asesinado, y encontrado nexos con peligrosos capos luego de su asesinato, porque para ella seguía siendo su amante, su liga hacia momentos deliciosos, según ella comentaba, su escalera al éxtasis, su llave al placer, y su ánimo para sentirse joven y fuerte… Tal vez eso fuese cierto. Paty envejeció severamente luego del suceso aquel.
Hoy en día, Paty sigue escribiéndole cartas… Jorge sigue siendo su amado, su enamorado que en las tardes legaba a consolarla, a llenar su vacío, a alimentar su alma, a elevarla al placer del sexo, a hacerla sentir mujer… Su mente se rehusa a conocer la verdad. Su mente sigue negando aceptar que Jorge era un peligroso narcotraficante, lobo con piel de oveja, a quien ella protegió… Paty aún cree en el amor…. Y está pagando caro por ello. Sus amigos intentamos separarlos, pero el destino nos jugó una mala pasada… Acaso es tan malo el amor con tal diferencia de edades? Acaso los jóvenes no pueden tener mayores aspiraciones que poseer dinero a costa de lo que sea? Estamos seguros de las actividades de quienes frecuentamos, y sus respectivos amigos?
Me rehuso a vivir en la desconfianza…
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Alex Goodman