Su niñéz había transcurrido con tranquilidad, ayudando a su familia, cuidando de sus hermanos y hermanas, mayores y menores, desde que vivían en aquella comunidad donde la agricultura y la ganadería eran la base del sustento de su familia. Ahí, todos sus hermanos y hermanas habían aprendido a cultivar la tierra, a cuidar del sembradío, y a levantar la cosecha, mientras a la par, sacaban al ganado a pastar en las inmediaciones de las colinas cercanas, que hacían vecindad con ranchos con similar actividad.
El afán de progreso, y las ganas de un futuro mejor, habían llevado a Mafer y sus hermanas a soñar con estudiar en Culiacán, inscribirse en la secundaria, terminar la preparatoria, y tal vez lograr convertirse en enfermeras, maestras, o, por qué no, Licenciadas en derecho…Algo imposible de lograr si se quedaban en ésa pequeña comunidad. Corría el año de 1987.
Sin embargo, la vida hasta cierto punto apacible del rancho, había significado también para Mafer una gran tragedia a su corte edad, desde que era muy niña. Aún no sabía leer cuando ya la vida le había mostrado su cara amarga cuando, al sufrir la picadura de un alacrán, y ante la falta de recursos, y hospitales, su hermano, tal véz el más allegado a ella, había fallecido. La imposibilidad de trasladarlo a otro lugar, por los caminos intransitables ante las lluvias, la falta de recursos, de hospitales y medicamentos, tan natural en nuestro país, habían cobrado otra victima más en la personita de su hermano…Mafer no entendía aún la gravedad del asunto, pero entendía su propio dolor, y lo que eso significaba… Ni sus hermanas ni ella querían eso para ellas mismas.
De labios delgados, y un cuerpo más desarrollado que lo normal para su edad, Mafer destacaba sobre sus compañeras. Pero, su espíritu de lucha apenas estaba en formación. Si bien, la pérdida de su hermano era su acicate para emprender el vuelo cada mañana, los obstáculos para lograr sus triunfos también parecían aparecer al salir el sol.
Al llegar a Culiacán, sin padres, las hermanas tuvieron que pasar toda una serie de privaciones: Dormir en el suelo, en un pequeño cuarto de láminas de cartón, de una tía suya…Recordaba cada vez que llovía, cómo debían de buscar los lugares secos del piso de tierra, para poder dormir. Pero nada detenía a sus ideales.
Irremediablemente, la lucha “contra” el narcotráfico de aquellos años de gobiernos PRIistas, simulada, sólo había traído enfrentamientos entre bandos rivales. Era el tema común en el que destacaba Culiacán en los noticieros nacionales: Rafael Caro Quintero encarcelado (y hoy liberado), y Don Neto contra los Beltrán Leyva tratando de adueñarse del territorio, empezaban a crear lo que hoy se conoce como el Cártel del Pacifico…Culiacán, y buena parte de aquella comarca, eran los primeros terrenos en disputa.
Tradicionalmente, y en aquellos barrios, era común observar camionetas con gente armada, lo mismo eran judiciales que narcos…No había gran diferencia entre ellos, si no es que, muchas de las veces, eran los mismos, aún en diferentes bandos, dependiendo de sus conveniencias. Los muchachos aprendieron así, que eso podría ser una forma de vida, y de muerte, pero que al menos por un momento, los rodeaba de lujos y poder…Algo imposible de obtener, para ellos, en la vida que llevaban.
Mafer caminaba tranquilamente. Cuando se vió de pronto al lado de un coche rojo que reconoció como uno que más de alguna véz había visto por su colonia, al tiempo que escucho una orden a gritos:
-Subete!
No era más tarde que la 1:00 PM, y la calle, con transeúntes alrededor, se quedaron pasmados.
-Por qué? Gritó Mafer.
-Te subes por las buenas, o por las malas…Le gritó un tipo con voz ronca, al tiempo que entre tres hombres la sujetaban y subían al Atlantic en su parte trasera. Al quedar atrapada, en medio de sus captores, Mafer pudo observar las armas largas que portaban, y las que estaban en medio de los asientos delanteros del auto, por lo que optó por no presentar resistencia…
-A dónde me llevan? Preguntaba insistente.
-Hay una señora que quiere verte…le aseguraban mientras se perdían entre en tráfico de Culiacán, hacia la salida a Mazatlán.
Les preguntó si eran agentes judiciales, o encubiertos, a lo que ellos simplemente dijeron que sí con una mueca.
El recuerdo de su hermano muerto, de sus padres trabajando, y de sus hermanas esperándola, empezó a preocuparle.
Así, durante casi una hora la estuvieron paseando por diferentes rumbos de la ciudad. Incluso, se habían topado con algunas patrullas, y nadie había hecho nada por no haber detectado movimientos sospechosos. Hasta que, por el rumbo del panteón, detrás, recargado sobre la barda blanca, un tipo regordete y mal encarado le aclaró el panorama: -Te he mandado traer para mí.
Durante el trayecto, había escuchado por los radios de sus captores, datos que le hicieron pensar que ellos tenían todos los datos de su familia, así que, pensó en que era mejor colaborar, si quería salir viva de ahí, y su familia intacta…Otra decisión que, a sus 17, habría de darle rumbo a su personalidad y a su vida…
Qué harías en lugar de Mafer?
Continuará…
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